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Burros con Pisto

A sugerencia de una asidua lectora de El Viernes de Nicole, hoy brindaré una experiencia diferente en mi escrito. No serán los delirios de mi corazón ni mis aventuras como emprendedora. Este será sobre un hecho real y concreto, con mi crítica. Podrá no gustar o podrán decir que de esto no se trata El Viernes de Nicole, pero no es así. Esta columna trata de encontrar un punto de vista positivo, aún en medio del fango en el que podemos estar.

Creo que a causa de la actual situación mundial, el encierro, la economía, la política: el mundo se ha vuelto un circo. Si pre pandemia sentíamos que la humanidad iba en decadencia, me parece que ahorita simplemente decidimos unirnos a ésta, porque pelear contra la misma parece tarea imposible. Siento que nos quedamos callados, simplemente porque sabemos que nada va a cambiar. A veces pareciera que vemos lo malo como bueno. Nuestra moral y nuestros valores van tan en declive que ya ni nos percatamos de nuestras acciones, mucho menos de nuestro ensordecedor silencio.

El mundo entero está en fuego y simplemente no decimos nada. Pero lejos de estos grandes fiascos y desastres, de los tratos increíbles que se tejen de bajo de la mesa donde se juegan futuros de naciones, quiero concentrarme en los “pequeños actos”, que considero son simplemente una conducta adoptada y aprendida de los grandes reflejos que tenemos alrededor. Nuestro envalentonamiento ha llegado a tanto que ya sabemos que salirnos con la nuestra es lo que corresponde sin saber a qué o quién nos llevamos de encuentro.

He sido testigo de un proceso de elección para una escuela de la ciudad. Ha sido de los procesos electorales más ruines que he visto. Me di cuenta de esto porque es un hecho PÚBLICO y algunos de sus candidatos no hicieron nada por ocultar su desfachatez. Al parecer, la crema y nata de San Pedro Sula, cansada de vivir ignorada por la política de Tegucigalpa, decidió tratar instaurar sus propio “gobiernecito tiránico” en una escuela. Me parece terrible tener que recurrir a artimañas sucias. Llamar y asediar a las personas hasta el cansancio, no para conseguir el bien común si no simplemente con un interés egoísta de apropiación y privatización. Aquí no valían las palabras educadas, los hechos correctos o los estados financieros como pruebas sólidas. Aquí aparentemente solo valía quien tuviese dinero, insultos, calumnias y amenazas para inclinar la balanza a su favor.

Si esto es lo que se maneja para elegir la junta directiva de una escuela, no quiero saber para una alcaldía o mucho menos un puesto más alto. Se supone que de esta escuela salen los mejores, más íntegros profesionales que San Pedro Sula tiene para ofrecer y, sin embargo, sus ex alumnos dan este espectáculo al mejor estilo de Roma y no es nada agradable a los ojos.

Siempre han dicho que lo que sale de tan honorable institución son unos “burros con pisto”, sin embargo, no es culpa de la institución. Después de ver este circo, me entero que los únicos responsables son los padres, que tiene poco o nada de valores, quienes le enseñan a sus hijos que todo se puede comprar con dinero. Que piensan que pueden amedrentar a las personas a base de insultos y amenazas. Ejerciendo coerción sobre las personas que los rodean. Estas personas son abiertamente así, eso es lo que enseñan a sus hijos y eso es lo que damos a la sociedad: personas con todos los conocimientos “científicos y sociales” pero con cero moral y cero ética.

¿No tenemos suficientes egoísmos, avaricia y codicia en nuestra sociedad? ¿Está nuestra brújula de moralidad tan lejos de su norte que no distinguimos de lo real, correcto, y honesto? ¿No nos bastan ya nuestros propios ejemplos?

No se trata de quien tiene más, quien acapara más. O de jactarse y decir “yo soy el dueño y hago lo que quiero”. Se trata de saber qué es lo correcto y lo incorrecto. Se trata de saber ver a las personas como personas y el daño que infligimos cuando nuestras acciones causadas por nuestra avaricia son desproporcionadas. Se trata de cambiar nuestra mentalidad y volver a comenzar. De ubicarnos en la vida para saber distinguir lo correcto de lo incorrecto. Todos tenemos derecho a pensar diferente o a querer cosas diferentes, pero el bien y la rectitud deberían ser siempre nuestras metas. No podemos dejar que nuestros intereses propios se antepongan a los intereses comunitarios. A veces, por tener cierta posición social o económica, nos sentimos titulados a reclamar todo como nuestro, pero la vida no es así. Es nuestro deber, con estos privilegios, dar lo mejor de nosotros a los demás. Ser ejemplo de calidad humana, educación y rectitud.

Afortunadamente, luego del nefasto despliegue de poderes que se dio, las personas votantes, no se dejaron intimidar ni amedrentar. Se eligió en pro de la escuela. Sobreponiendo el bien de los niños y la seguridad de los mismos. Lo que más me hace feliz, es que las personas pudieron ver más allá de la suciedad y artimañas que se proponían y eligieron el camino del crecimiento. Un camino recto. Definitivamente son los pequeños actos los que cambian el mundo. Pongámosles más atención.

He esperado siempre cambiar el mundo con mis escritos. Creo que me sentiré satisfecha si logro cambiar una mentalidad y un corazón en mi querida San Pedro Sula. Mi artículo tiene la intención de mover consciencias, de llamar a un camino honrado y decir NO a la doble moral. Llamándonos a ser las mejores personas que podamos ser. A tener siempre presentes el bien común y a ver más allá de nuestras propias narices. Cómo verán, es un artículo muy distinto, pero siempre tratando de sembrar algo positivo.

¡Feliz Viernes! 😊

Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas.

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