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El día 365

Todos los días que abro los ojos le doy gracias a Dios porque me da la oportunidad de un nuevo día, de despertarme en un hogar seguro y amoroso, la facultad de poder tener un trabajo y de ser útil, etc. Medio dormida, peleando con la alarma y a veces a murmullos, pero doy gracias. Ya cuando estoy en el baño, luego preparando mi desayuno, las ideas van cambiado.

Una vez llego al carro, pienso en la tortura que voy a sentir durante 8 horas en la oficina. Vivo contando los días para poder salir corriendo. Sueño con el momento en el que pueda disfrutar de vacaciones sin deber días. Recuerdo con cariño los días en los que yo amaba llegar a mi oficina y sentirme plena y realizada. El ámbito profesional es una de las facetas más importantes para mi, porque creo que no solo es ir y ganar un sueldo, sino sentirme útil, sentir que ayudo y que hago del mundo, de mi realidad y de las personas que me rodean, un mejor lugar.

Cuando estudié la maestría, aprendí lo importante que era ser un operador de justicia. De la vocación enorme y del privilegio que es poder ser administrador de la misma, y los principios que conlleva. Y aunque al despertar todas las mañanas doy gracias con una sonrisa, “de veritas, de veritas” los días me cuestan.

He estado pasando por esos días que son así como bajo el agua. Los días malos no solo parecen durar 24 horas si no que se extienden por meses y los meses se sienten años y por ende en mi mundo poético: siglos. En las mañanas me levanto con la carita lisita y joven como de quinceañera, cuando regreso, ya parezco de veinticinco.

Pero saben, Dios hace la vida tan bella, tan perfecta que cuando uno se siente así ¡puff! Pasa algo mágico. Hace un mes una abogada me involucró en un proyecto. Si les hablo con toda la sinceridad del mundo, asistí a la reuniones a las cuales era convocada solo porque era mi deber, pero no porque sintiera amor por lo que hacía. La abogada me comenzó a involucrar más y más, comenzó a llegar a mi oficina a consultarme cosas interesantes. Poco a poco, mi interés fue cambiando, no lo hacía por obligación, sino por amor.

Ayer estuve en una reunión con personas que tienen toda la intención de cambiar un municipio. El proyecto el cual estoy ayudando a gestionar, traerá auxilio a más de 260 mil personas aproximadamente. Existirá justicia pronta y cumplida para estas personas. Los principios de inmediación y de eficacia procesal se verán cumplidos en este proyecto.

Después de 364 dias terribles, el día 365 fue increíble. Mi corazón palpitó con un fortaleza impresionante hoy que me dirigía al trabajo. Recordé mis ideales y por qué me siento tan orgullosa de trabajar para una institución pública.

Todos hemos llegado a un momento en la vida que no nos gusta donde trabajamos. Llega a ser tedioso, nos sentimos agobiados y, no quiero decir esta palabra, pero, llegamos a “detestar” el lugar de trabajo. Si ustedes me hubieran preguntado hace unos meses, yo lloraba todos los días porque no quería estar ahí. Porque no había una cosita que me pareciera de mi trabajo, después de amarlo por tanto tiempo. Todos caemos en la rutina y nos sentimos frustrados porque nuestros días se convierten repetitivos, tediosos, cansados. No es porque no amemos lo que hacemos, pero nos abruma que al final del día no resultó ser todo lo que soñamos. Si son utópicos como yo, quieren que sus trabajos vayan en consonancia con sus ideales, pero rara vez esto funciona así. El sistema llega a vencernos y lo que alguna vez amamos, llega a ser lo que más repudiamos. Simplemente libramos tantas batallas, sin tan si quiera ganarlas, que nos damos por vencidos. Cedemos ante el sistema. Queremos cualquier otra cosa que no sea lo que hacemos. Aquí es cuando nos volvemos desleales a nosotros mismos y estamos dispuestos hacer cualquier cosa con tal de no seguir con la farsa que nos hemos llevado por tanto tiempo. Pero saben algo, los días buenos SI existen y si realmente amamos lo que hacemos cuando ese día increíble llega entre tantos días malos, es como que ni si quiera hubieran existido los días agobiantes.

No les puedo explicar mi sonrisa ayer y hoy. Aún cuando llegué a la oficina a ver 150 mil expedientes horrorosos, no me importó. Lo que hice ayer y hoy puede impactar vidas y cambiarlas. Estoy hasta agradecida con los días malos porque me han hecho valorar estos días como no tienen una idea. Yo estoy aquí para decirles RESISTAN, el día 365 viene en camino y es increíble. Todas sus ilusiones volverán a florecer y se volverán a sentir útiles, plenos y felices. Empujen la carrera un poquito más y llegarán a ese día donde sus más grandes anhelos se vuelven realidad.

¡Feliz Viernes! 😊

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