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La Cuaresma

¿Han escuchado la expresión “es más largo que la cuaresma”? Es una expresión que yo utilizo frecuentemente y la verdad me encanta. Cuando viene la Cuaresma para mi es un tiempo muy especial. Es un tiempo de preparación, de lucha, de ayunos; y, siempre en este tiempo encuentro una paz que raras veces tengo.

Sin embargo, este año para mi fue de todo menos de esa paz hermosa que les he descrito. Yo me comienzo a preparas unas cuantas semanas antes meditando mis ofrecimientos. Estos van desde dejarme de comer un pollo chuco, ofrecer misericordia a las personas que lo necesiten y en toda verdad, tratar de amar más y ser más paciente con el prójimo; claro está la de no comer ningún tipo de carne los viernes.

Recientemente, uno de mis primos, al cual quiero mucho, y que se congrega en otra iglesia, compartió en sus redes la siguiente frase: “Si piensas que seguir a Jesús es cosa fácil, no lo has seguido tan de cerca ni por mucho tiempo.” Y es cierto… seguir a Jesús nunca es cosa fácil, y aunque yo ya sabía esto, estos cuarenta días de preparación me lo dejaron más que claro.

A partir de mi miércoles de ceniza de este año de verdad que me paso de todo. Había perdido a mis perritos trágicamente el sábado previo, luego me avisaron que un queridísimo amigo tenía un cancer fuertísimo. Mi carga de trabajo no solo subió al máximo sino que vino de la mano de millones de regañadas. Tenía confrontaciones tan a menudo con la gente, que con frecuencia me debía recordar que estaba en cuaresma y aun así el recordatorio duraba solo un par de segundos, porque se me salía la salla bien rápido. Cogí una terrible alergia por todo el cuerpo y me desesperaba, creo que me rascaba hasta con los dientes.

Mi oración y mis tiempos de meditación no habían sido lo que usualmente son en días normales; no iba a misa los días de semana en los que podía, y cuando me iba a acostar solo decía “Señor, perdón por hoy y mañana trataré de ser mejor” y no pasaba.

Hubo un día que en pleno parque central de San Pedro Sula se me rompió la falda y yo ni cuenta me había dado, ese día creo que dije en voz alta “solo falta que me haga pipí un perro” y cabal, me hizo pipí un perro.

Este 5to viernes de cuaresma cuando asistí a confesarme antes de iniciar la semana mayor, también allí me siguió la prueba. Llegue media hora antes para pasar rápido, y para no hacerles el cuento largo, no sucedió. Hora y media después, cuando por fin llegue al padrecito, me confesé hasta de perder la paciencia con la señora antes que yo por no apurarse sabiendo que había tanta gente. Honestamente, al ver al padre pensé que iba a ser más condescendiente conmigo… fue todo lo contrario. Con una voz llena de amor y de paciencia me dijo: “Hija, sea tolerante. Todos sus pecados se centran en la intolerancia que tiene al afrontar sus situaciones diarias.” Y continuó, “Yo sé que no todos los días amanecemos felices y radiantes y hay días que suponen retos distintos, pero el ser un buen Cristiano implica darnos cuenta de esto y modificarlo. Es encontrar el balance. No pierda su vida atormentada y sin Jesús a su lado (lo cual no me encanto, pero lo comprendí) y viva para ÉL. No haga las cosas porque las tiene que hacer, hágalas con amor.”

Con sinceridad quede bien “shokeada” ante lo que el padrecito me había dicho. Me quede en la misa y comprobé que todo lo que él me decía era cierto. Perdía mi paz, mi tranquilidad, se me aceleraba el corazón por todo lo que no había salido bien a la primera. De nada servía que ayunara de los pequeños gustos como un chocolate, si perdía la dulzura con la gente.

Entendí que realmente no todas las Cuaresmas son iguales. Que no siempre será hermoso entregarse del todo y aquel idilio donde podés manejar todo que se te venga encima. Es entender que la vida es como los misterios del Rosario, hay días gloriosos, dolorosos, gozosos, luminosos, pero lo importante es que todos terminan en un “Gloria”.

En conclusión, después de estas 5 semanas de cuaresma, las que sentí eternas, no teniendo la mejor de las experiencias, entiendo que cada día fue una prueba. Cada día me llevó al límite, recordándome que seguir a Jesús nunca es fácil, pero siempre vale la pena.

¡Feliz Viernes! 😊

(Hoy no hay imágenes porque la señal no lo permite)

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