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La Familia

Creo que a lo largo de mis entradas semanales han podido apreciar lo familiar que soy. Yo no imagino mi vida sin mi mamá, mi papá y mis hermanos, Fernando y Marcelo. La convivencia no siempre es fácil, pero día a día luchamos por ser más unidos, más amorosos y vivir en mayor armonía. Nosotros cinco hacemos de la vida el más caótico y hermoso de los retos.

Mis papas, ambos, vienen de familias numerosas. Mi papá tuvo 6 hermanos, de los cuales ha perdido dos; una bastedad de primos que se aman como hermanos y todavía tíos y tías muy bien conservados.

Mi mamá, por el otro lado, tuvo 4 hermanos. Los tres mayores murieron de manera abrupta en la plenitud de sus vidas. Quedando solo mi mamá y su hermana. Nunca estando cerca ni de tíos ni primos.

Yo, a lo largo de la vida, crecí en la casa de mis abuelos maternos. Corrí en ese jardín, aprendí a patinar en esa calle, me raspé las rodillas y hacía lo que quería ahí, por ser la única nieta mujer, y en honor a la verdad, la consentida. Aunque fui extremadamente amada por mis abuelos y mis tíos, siempre existieron fricciones. Siempre hubo pleitos y siempre hubo distanciamientos.

Pensarían ustedes que al ser solo mi mamá y mi tía las únicas dos hermanas vivas serían extremadamente cercanas, pero la realidad era otra. Podíamos compartir, estar cerca, pero nunca tanto. Habían pleitos a menudo y cada quien era mucho más cercano a personas extrañas que entre ellas mismas. Siempre habían diferencias que llevaban a problemas. Nunca se hablaban por teléfono ni mucho menos verse tan seguido. Cada quien llevaba una vida pacífica, pero distante la una de la otra. Siempre existió separación.

Hace un tiempo, después de un derrame cerebral fuerte que sufrió mi abuelita (La Tita), yo comencé a orar por la unidad y cercanía de mi familia. Pensaba en mis adentros, ¿por qué siendo las únicas dos vivas no se llevan bien?

Así transcurrió el tiempo, habiendo subidas y bajadas entre ellas, hasta que de pronto sucedió lo INIMAGINABLE, mi mamá y mi tía conviviendo. Y no les hablo de una convivencia así como por encimita, sino una convivencia y fraternidad que yo NUNCA había visto.

De pronto comenzaron a mensajearse permanentemente, a llamarse a diario, a visitarse semanalmente. No existía estrés, no habían pedradas, ni sarcasmos. Después de varias ocasiones en las que saboreamos esta dulce paz, me quede pensando, “Bueno y aquí, ¿qué fue lo que pasó? Tenemos ya varios días de disfrutar de esto y nadie ha salido volando del décimo piso del edificio, nadie se ha ahogado ni lo han ahogado”. No había conflicto, solo reinaba el amor, la paz, la armonía. Si habían gritos, era a causa de las risas.

Me di cuenta que después de orar mucho, de docilidad entre ambas y, honestamente, un poco de buena cabeza para no caer en lo que otra gente decía, las dos hermanas se acercaron.

La familia es el componente fundamental de toda sociedad, donde cada individuo, unido por lazos de sangre, logra proyectarse y desarrollarse. Siendo esta la piedra angular de una sociedad.

Es en la familia donde aprendemos quien somos, lo que somos capaces de hacer y los sueños que somos capaces de desarrollar. Los lazos que creamos en la familia son indestructibles e innegables, por mucho que a veces lo dudemos. Fuimos asignados y diseñados en una familia específica por un motivo. Estas personas nos harán crecer, nos edificarán, nos harán aprender de lo bueno y lo malo.

A veces buscamos el secreto de la felicidad familiar en el dinero y en comodidades, pero realmente el secreto está en la comunicación y en el servicio que prestamos a aquellos más cercanos a nosotros. Esa comunicación hará que los problemas, los perjuicios y las disyuntivas se evaporen.

La familia es lo más importante que tenemos. Es nuestra primera escuela, es donde aprendemos quienes somos, no nos distanciemos nunca de ella.

Si ustedes han crecido distanciados de algún miembro de su familia, acérquese, escúchelo, compréndalo. No permita nunca que exista distanciamiento. Si hay problemas, arréglenlos. Entienda que ese amor va a estar por siempre en ustedes y que solo hay que cultivarlo y nutrirlo.

Con mucha alegría en mi corazón, les puedo decir que Los Vaquero-Blanco no solo nos componemos de nosotros cinco, sino ocho personas que a pesar de nuestras diferencias, errores y temperamentos nos amamos y tratamos de comprendernos cada día mejor, ¡ahh, y dos hermosos perritos! No les puedo decir que no haya “bullying”, maltrato sano y torturas, pero realmente hay un lazo muy fuerte y no es solamente la sangre, pero el amor y tolerancia. Nunca había imaginado yo lo increíble que podía ser tener una familia tan unida y tan hermosa como la que tengo.

Espero que ustedes sean igual de dichosos.

“El amor de la familia perdura a pesar de la distancia, las diferencias y el tiempo”.

¡Feliz Viernes! 😊

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