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Shhhh…🤫 Es un secreto

Hoy les quiero hablar de un tema que me causa mariposas en el estómago. ¡Ajá! ¿Verdad que pensaron en amores? Pero no, quiero hablar de los secretos que guardamos en nuestra alma.

Yo trato, o he tratado, de vivir una vida bien transparente en TODOS los aspectos. Para serles sincera, cuando trato de ocultar algo personal para mi es un verdadero problema. Absolutamente TODO me delata, desde los ojos, las cejas arqueadas, una risa medio incontrolable que me pega y una agarradera de cabello de un lado para otro. Si en todo caso, ninguno de estos particulares rasgos me delata, lo cual es bien difícil, la gente más cercana a mi, de alguna manera u otra me lo sacará.

Yo estoy segura de que al terminar este Viernes de Nicole, el primer mensaje que recibiré será de mi amada editora para preguntarme cuál es mi secreto inconfesable. Luego, mi mamá no tardará en llamarme y decirme: “¡Gorda! ¿Qué secreto tenes que no me podes contar? ¡Ayy! ¡Vaya! ¡Contame, no seas así!”

Y pues la verdad, si, si tengo un secreto inconfesable. Un secreto que así como me ha hecho muy feliz, también me ha traído mucho angustia. Un secreto que de encontrarme descubierta en él, siento que me encontraría en un par de problemas, caras largas y decepciones.

Yo he llevado este secreto por varios años ya. Nunca lo he revelado. Esta es la primera vez en mucho tiempo que vocifero o admito esto. Bueno, una vez, lo conté, en confesión, para asegúrame que no fuera a salir de ahí. Creo que lo que más me gustaba de mantener el secreto era la adrenalina que me daba. Ese encanto de saberse dueña de algo que solo es de uno. Ese encanto, que si sabemos que lo compartimos, puede perder su brillo. Esa picardía, ese palpitar, ese sentimiento de sentirte intrépido por saber guardarse ese secreto. Para relajar mi conciencia acerca del “secreto”, pensaba algo que muchas veces mi mamá me ha repetido, “que tu mano izquierda nunca sepa lo que hace tu mano derecha”.

Cuando pensaba en este gran secreto para mi, pensaba en qué evitaba que yo lo compartiera con la naturalidad con la cual comparto todo. Y pues entre la picardía y la emoción, llegue a la conclusión que era vergüenza. Que aunque pudiera tener sentimientos encontrados, sabía que mi secreto decepcionaría a muchas personas, y la verdad, no sería capaz de afrontar esa decepción. No creo ser tan valiente.

Comencé a pensar en el daño que causaba, no solo a mi misma, pero a terceros, las omisiones que pude haber hecho y las miles de cosas que no he podido compartir, fuesen alegrías o penas. Todo eso, con base en el secreto, son cosas que he tenido que sobrellevar, superar por mi misma, sin compartirlo con nadie.

Caí en cuenta de que, si bien es cierto, no revelaré mi secreto, pero podía compartir ese sentimiento con ustedes y así ustedes sabrían canalizar mejor sus secretos.

¿Sabían ustedes que según encuestas realizadas el 95% de la gente, tiene información sobre ellos mismos, o sea, secretos, que nunca revelarán a nadie? Y el 5%, deducen los científicos, también los tiene, pero no los quieren admitir.

Según los estudios, el guardar secretos está asociado con algo que perjudica nuestra salud. Mantenerlo supone para nosotros una carga física y emocional. Al hablar de eso que guardamos por tanto tiempo, todos sentimos un sensación de liberación.

Científicamente se ha llegado a la conclusión que los seres humanos guardamos 32 “categorías” de secretos. El 60% de las personas ocultan una mentira o impropiedad financiera, el 47% esconde una traición de confianza y el 33% esconden un robo, una relación oculta o un descontento laboral.

Obviamente, no les dire en qué categoría cae mi secreto.

Así que, a lo largo de nuestra vida, nos convertimos en agentes de la CIA, especialistas en guardar secretos.

Entonces la disyuntiva de nuestra vida se vuelve en si contamos nuestro secreto; como y cuándo hacerlo.

He llegado a la conclusión que si la revelación del secreto resulta ser menos dañina que conservarlo, se debe de contar. Ahora si es un secreto, digámoslo así, “superado”, que traería un dolor innecesario, pues como “conservadores” del secreto debemos de encontrar una manera de sobrellevarlo sin que nos afecte a nosotros y sin herir a los demás que nos rodean. Dejando a un lado la vergüenza y sabiendo que tomamos la mejor decisión conservando eso que por tanto tiempo cuidamos, y ahora lentamente estamos dejando ir.

Y eso es lo que a mi me ha pasado. Después de sopesar los pros y contras, he decidido guardar mi secreto, siendo este Viernes, mi manera de sobrellevarlo. Mi secreto no es como que me robe millones, traicione terriblemente a alguien o tengo algún cuerpo enterrado. No. Es algo qué pasó hace bastante tiempo, que no aportaría nada positivo a los que me rodean y sería traer problemas sobre algo que se encuentra superado y romper la paz. Y me parece a mi que no hay nada más importante que la paz y la armonía.

Todos tenemos secretos. Todos sabemos lo que nuestra alma y corazón alberga. Realmente podemos convertirnos en los secretos que guardamos. Cada uno de nosotros sabe cómo manejar nuestros secretos, si estos resultan ser una carga emocional para nosotros o algo con lo cual nuestra vida no sería igual.

En honor a nuestros secretos va este Viernes de Nicole.

Y tú, ¿algo que confesar?

¡Feliz Viernes! 😊

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