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El Trámite Eterno



Desde que escribo el Viernes de Nicole, me enfoco siempre en sacar algo positivo a cada una de las circunstancias difíciles que vivimos a diario. La realidad es que siempre hay momentos o situaciones que nos pueden amargar y resultar en un descontento, pero es nuestro deber encontrar un aprendizaje y salir adelante con la mejor de las actitudes; aunque nos cueste, porque a veces cuesta mucho. Sin importar qué pase en el mundo, en mi país, en mi ciudad o simplemente, mi vida, siempre trato de resaltar los aspectos positivos. Cómo dice mi editora, “Ya hay suficientes noticias negativas como para agregar más”.


Pero, a veces creo que hacer una observación crítica de ciertas circunstancias no es revolver lo negativo, sino tratar de mover conciencias para generar un cambio positivo. Y es en ese sentido escribo hoy esta reflexión. Si bien es una crítica, deseo que sirva como un despertar de conciencias.


Las últimas semanas ha circulado en las redes un video haciendo mofa de la burocracia hondureña. El video, aunque jocoso, es una burla a los funcionarios que laboramos para alguna institución del Estado. Cuando a mi se etiquetó en el video, me reí y mucho. Pero no dejé de sentir ese golpecito dentro de mi. Ese sentimiento de saber que aunque duela, es cierto. Un simple trámite en alguna entidad del Estado, para un usuario se puede convertir en la peor experiencia de su vida. Muy rara vez el procedimiento es sencillo. Todo se vuelve eterno. Muy rara vez el procedimiento es expédito. Lo peor del caso, es que casi nunca, por no decir nunca, el usuario se encontrará con alguien con la mejor actitud y disposición del mundo para ayudar. Desde que vi el video quedé muy al pendiente de mis actitudes. Sin embargo, en ese estar pendiente de tus actitudes y tratar de reparar algún vicio que se te ha pegado durante tantos años, es inevitable ver lo deplorable que es la burocracia. Ves mucho más de cerca los zanjos en los que estamos metidos. Es una verdadera tragedia griega.



Esta semana me pasó más veces de lo que quisiera admitir. Ya sea que algo dilató más de lo normal por el simple “capricho” de no querer utilizar los medios electrónicos legalmente estipulados, gastando así más recursos, dinero y tiempo. A la vez me pasó que llevé un trámite a cinco oficinas diferentes, diciéndome que no era en ninguna, para terminar siendo en la primera a la que fui. Pero, después de todo, mi “favorita” de la semana fue ir a una oficina para entregar documentación solicitada, pero la persona que se encontraba ahí manifiesta que solo está para recibir cosas confidenciales, así que otra persona debía de recibir. Honestamente, te vas de nalgas como con Condorito (¡Plop!) cuando escuchas algo así.


Aristóteles como Platón consideraban que el fin de la sociedad y del Estado es garantizar el bien supremo de los hombres, su vida moral e intelectual; la realización de la vida moral tiene lugar en la sociedad. En tiempos más modernos, bajo la misma base, se ha establecido que el fin del Estado es SERVIR a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad.

Después de los ejemplos que les di, servir, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad, quedan en la cola del venado. Solo pensé que si estas dilaciones, esta falta de efectividad me pasaban a mi, que soy parte del sistema, cuanto más no les pasará a los pobres usuarios que se mueven de un lado a otro sin nunca encontrar una respuesta favorable. ¿Cuántas personas habrán que sólo renuncian al derecho que tienen de solicitar algo ante una oficina gubernamental porque no valía la pena lidiar con toda la burocracia? Estoy segura que millones.


Creo que como hondureños, servidores públicos, o simplemente en nuestra condición humana de “ser buenas personas” nos deberíamos de despabilar. Tenemos la responsabilidad de servir a la mejor de nuestras habilidades. Es nuestro deber hacer lo posible porque ningún ciudadano tire la toalla ni que sienta que es enfrentarse a una guerra con un aparato estatal en contra. Brindar un servicio de categoría premium no solo es nuestra obligación, la cual debería de bastar, pero como seres humanos que somos, debemos estar ser excelentes en todo lo que hagamos. Dejemos la desidia, la pereza, el altanerismo, el orgullo y esa prepotencia que nos caracteriza. Hagamos las cosas con humildad, amor y caridad.


Al final del día, todos debemos cambiar. Cambiemos para bien. Transformemos la pesada palabra de burocracia en un término mucho afable. No nos convirtamos en maestros del arte de convertir en lo fácil en difícil por medio de lo inútil.


¡Feliz Viernes! 😊






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