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¡Feliz Navidad!


El viernes pasado no hubo Viernes de Nicole. Siento que en diciembre los días se complican y no hay tiempo. Estamos corriendo y tanto escritora como lector andan en miles de vueltas. No quisiera hacer un escrito sin alma ni corazón, y estoy segura que tampoco ustedes lo quisieran leer así. Así que hoy, en pleno 24 de diciembre les escribiré algo corto, pero significativo para este día.


Después de dos años tan duros, esta Navidad se presenta y perfila con mucha esperanza y mucha alegría. Todos tenemos esa ilusión de abrazarnos nuevamente. De llenarnos del amor de nuestros seres queridos y compartir entre risas y alegrías. Andamos como locos buscado regalos, dejando un detallito a aquellos que amamos. Asistimos a cenas y convivios y nos la gozamos. Pero después de estos tiempos difíciles, he sentido que estamos dejando de fuera a lo más importante: Dios. Tal vez no lo dejamos de fuera. Tal vez somos de los que sabe que está ahí, pero no le damos su lugar ni su importancia. Y hoy, yo quisiera recordarles que Él está ahí siempre.


Si el 2021 fuera una película (que para muchos de nosotros lo ha sido), Dios sería el actor principal que sale a nuestro encuentro siempre, incluso cuando no nos damos cuenta. Dios ha salido a nuestro encuentro cada vez que abrimos los ojos. Lo hemos podido encontrar en los sacramentos y en la oración, qué tal vez son los métodos que más reconocemos. Pero Dios ha estado ahí también en el amor de nuestra familia, que siempre están ahí: guiándonos, amándonos y apoyándonos. Dios ha salido a nuestro encuentro en las amistades verdaderas, esas que han sido un bálsamo para nuestro corazón. Y también ha estado en cada uno de los pequeños detalles, esas cosas cotidianas, a las cuales no les prestamos atención, pero que hacen de nuestra vida una mejor.


Y, sí, Dios sabe que no ha sido fácil. Él conoce todo aquello que nos mantiene despiertos en las noches. Él sabe de nuestros dolores, nuestras perdidas y nuestras heridas más profundas. Él puede ver los vicios y las preocupaciones que aquejan nuestro corazón. Pero tengamos por seguro que Él nos ha buscado infinitas veces. Aun cuando sentíamos que no lo merecíamos, cuando no nos dimos cuenta o incluso cuando le cerramos la puerta.


¡Somos sus hijos amados! Él se complace en nosotros, y aun cuando nos alejamos, nos espera con brazos abiertos para llevarnos de nuevo a casa. Dios siempre nos verá con amor y misericordia. Aun cuando nosotros nos cueste hacerlo.


Entonces hoy por la madrugada, dejémonos encontrar por Él. Que nuestro corazón se regocije con la llegada del niño Dios. Abrámosle la puerta de nuestros corazones. El mejor pesebre para Él es nuestro corazón. Él nos está buscando para llevarnos una vez más al calor del hogar.


“Tu eres mi hijo amado, en ti me complazco”. Mc 1, 11.


¡Feliz Viernes! 😊






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