Hoy en día escuchamos mucho sobre personas tóxicas. Bromeamos y nos reímos acerca de las relaciones tóxicas que tenemos. Hay memes, chistes y frases que distribuimos con gran facilidad. También nos asustamos cuando nos cuentan esos cuentos de terror de hombres y mujeres tóxicos. A veces pareciera que vivimos en un mundo radioactivo de tanta toxicidad.
Creo que así como nos rodean personas tóxicas, también, de vez en cuando, nosotros podemos ser los tóxicos. Aunque tratemos de ser luz y felicidad todos los días, hay ratitos que podemos ser Chernobyls completos. Pero es que al final del día los seres humanos somos TODO, menos fáciles. Las relaciones interpersonales son re complicadas. Sea en el trabajo, en la amistad, en la familia, etc; siempre existen roces y cosas que chocan con nuestra forma de ser. La buena noticia es que así como somos de difíciles, también tenemos una capacidad enorme de amar y ver de lejos los rasgos que nos incomodan.
Hace un año platicaba con un amigo y le comentada acerca de una persona a quien le tengo un gran aprecio. Pero esta persona es de esos seres, que tienen la capacidad de drenar física, mental y espiritualmente a cualquier persona. Le comentaba que a veces después de escucharla, leerla o verla quedaba triste y ansiosa. Si le daba un consejo para su bienestar, no lo tomaba. Si le recomendaba algo, no era mejor de lo que ya estaba haciendo. No importaba qué tipo de información yo le diera, salía por la venta, porque aparte de sabelotodo, no estaba dispuesta a hacer ningún cambio.
Le decía a mi amigo que me encantaría ayudarla, pero que no sabía cómo. Mi amigo muy sabiamente me dijo que no me metiera. Que todas las personas tenemos un semáforo, como un sensor. Hay personas que son semáforo verde, son las que podemos dejar entrar sin problema. Están las personas en semáforo amarillo, con las cuales debemos tener precaución sin dejarlas entrar por completo. Y finalmente están las rojas, que por ningún punto las debemos tener cerca de nuestras vidas. Me explicaba que la persona se encontraba en la categoría de semáforo amarillo casi pegando rojo. Si la podía seguir apreciando, guardándole cariño, pero desde lejos y muy cautelosamente. Tratar de ayudarla solo conllevaría mi propia decepción.
Como dije mas arriba, todos somos complicados e incluso todos llegamos a ser tóxicos. Pero hay personas que ese es su estado natural, no momentáneo. Les llegas a contar algo increíble y no te pueden escuchar porque están tan amargados con su vida y todo lo ven desde su oscuro punto de vista. En su misma amargason, son tan sabelotodos que si vos haces o propones algo diferente a lo que ellos han hacen o piensan, al final el loco y el equivocado sos vos. Y la verdad, es complicado tener relaciones interpersonales así.
Cada día me convenzo más que las personas no son malas, solo son infelices. Y quieren sacar su infelicidad con las personas que brillan cerca de ellos, aunque estas personas solo quieran darles amor y ayudarlas. Quieren que todo el mundo sienta su miseria porque ellos son miserables. Pero uno no se puede ver arrastrado ni sumido en ese círculo vicioso.
En nuestro deber y nuestro derecho apartarnos de estas personas que nos drenan tanto. Podemos seguir queriéndolas, apreciándolas, incluso, apoyándolas, pero de lejos. No los podemos hacer partícipes de nuestras vidas porque querrán apagar cada destello de luz que haya en ella. No quiere decir que nos vamos a hacer antisociales, pero apartarnos de eso que no nos hace bien por nuestra salud mental, siempre será un logro.
Creo que hoy, a 77 días exactos antes que se acabe este 2021, es un buen momento para plantearnos quienes aportan amor y luz a nuestras vidas y quienes la apagan. Cambiar las actitudes tóxicas que nosotros tenemos y transmitimos a las personas cercanas, para comenzar un 2022 libre de Chernobyls.
¡Feliz Viernes!
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