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Date tu escapada

Este es un blog que quería escribir desde hace días. No sabía cómo armarlo porque los sentimientos suelen ser difíciles de ordenar. Pero aquí estoy, porque vale la pena hablar de esos momentos mágicos que tenés con tu pareja después de los hijos.


Cuando nace un hijo, nace también un amor nuevo, inmenso. Pero sería hipócrita decir que la dinámica de pareja no cambia. El cansancio, las rutinas, el estrés, la economía, las hormonas… todo se mezcla y la vida de novios que se tenía antes se transforma. Lo que antes era fácil, ahora requiere negociación. Aparece la espera que antes no existía.


Sin embargo, hace unas semanas entendí algo: el amor no cambió ni menguó, simplemente se transforma.


Mi esposo y yo fuimos elegidos padrinos de una boda. El evento era en un hotel apartado de la ciudad, así que decidimos quedarnos a dormir ahí después de la fiesta. Fue nuestra primera vez, después de que naciera Julián, sin lactancia y sin responsabilidades inmediatas, que podíamos “parrandear” sin importar el mañana (bueno, casi).


Y lo hicimos. Desde que los novios inauguraron la pista de baile, nunca nos sentamos. Bailamos más que cuando éramos novios, y más que los novios de esa noche. Nos la gozamos como nunca. Ese día me di cuenta de que, aunque pasen desvelos, discusiones o incomprensiones, esa persona que elegiste sigue siendo tu cómplice, tu alero, la chispa que hace que tus ojos brillen.


Me recordé de todas las risas compartidas jugando en el sofá, de los gestos de complicidad que solo nosotros entendemos, de esos silencios plenos donde sabemos que todo vale la pena. Lo que nadie ve, lo que se construye en lo íntimo, es lo que más nos une. Cada día, caótico o no, me recuerda por qué elegí hacerlo todo con él.


La vida después de los hijos no se reduce solo al cansancio o a las conversaciones interrumpidas. También está hecha de pequeñas batallas que nadie ve y, sobre todo, de pequeños momentos que se vuelven gigantes. Porque entre el caos, siempre volvemos a encontrarnos.


No sé en qué etapa estás vos, pero quiero decirte algo: todo pasa. Cuando el ruido baja y todo se calma, te das cuenta de la maravilla que tenés al lado. Esa persona que elegiste sigue siendo tu porrista número uno. En esas batallas invisibles se encuentra la gloria.


Por eso, regalate y regalen un espacio como pareja. Gocense, ríanse, desconéctense un rato de las responsabilidades y vuelvan a ser simplemente ustedes. Está etapa recomiendo no saltársela. Porque en esos momentos sabés que ya lo tenés todo en la vida. ¡Date esa escapada!


¡Feliz viernes! 😊


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