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La Cultura del Envase (Espiritualidad en tiempo de redes)


Hoy tenía un viernes total y absolutamente diferente en mente. Ni tan en mente porque ya tenía mucho de él escrito. Se llamaría “Si no engorda, no es amor”. Contaría las crónicas del amor y como inevitablemente subimos esas libras, que no son gordos, si no muestras de afecto. Sin embargo, hoy por la mañana me levanté para poder asistir a la eucaristía en honor a la Virgen del Carmen, y así de inmediato, mi perspectiva cambió. Quiero compartirles cosas de las que he aprendido y me he dado cuenta en estos últimos días.


Hace 10 días exactamente comenzó la novena a la Virgen del Carmen. Al ser Mariana y consagrada al Sagrado Corazón de Jesús a través del Inmaculado Corazón de Maria, hacer estas oraciones es una necesidad para mi. Aparte, mi familia y yo teníamos y tenemos necesidades grandes y decidí ponerlas en esta novena con todo el fervor y la fe que ustedes puedan imaginarse. Usualmente, mis oraciones son muy privadas y mis intenciones aún más. Pero al ser consagrada, sé lo importante que es propagar una devoción. Así que decidí que a partir del 7 al 15 de julio, compartiría cada día la oración que correspondiese de la novena de la Virgen del Carmen en mis redes sociales.


Valiéndome de mi “influencia” en las redes, pensé que llegaría a miles. No estaba buscando solo gente exclusivamente mariana ni solamente católica. Si no que por esos 9 días, si veían esa publicación, se unieran de la manera que fuera a las intenciones que tuvieran y si me podían incluir a mi y mi familia, pues enhorabuena. Lo que buscaba era un espacio, por tan solo 5 minutos, en los que meditáramos, agradeciéramos y pensáramos en el prójimo. Cosas que creo que el mundo necesita.


Aquí viene lo interesante. El primer día que expliqué la dinámica y mi objetivo, la gente me preguntó si todo estaba bien. Me pareció muy bonito cómo la gente se interesó. Mis vistas estaban arriba y sinceramente, daba por exitosa la propagación de dicha novena. Después de ese día, las vistas bajaron de una manera sorprendente. Pensé qué tal vez las personas habían tenido un día ocupado, pero luego se unirían a la oración.


Sin embargo, los días fueron pasando y menos gente veía la novena. Después del “boom” inicial de saber qué es lo que pasaba, el interés cesó. Evidentemente, no paré en mis intenciones, mucho menos me desalenté porque las personas no lo vieran o no se unieran. Yo tenía un propósito y decidí llevarlo a cabo: ganara o perdiese seguidores.


Inevitablemente hice la comparación de cuando he publicado una tontera que puede ser graciosa o tal vez algún melodrama de mi vida y las vistas se han ido a los cielos; pero cuando se trata de hacer viral algo que es “bueno y cristiano” a mi audiencia parece no interesarle. Lo hablé con mi mejor amigo, que es sacerdote, y también tiene esta disyuntiva con las redes. Hablamos que a una gran parte de personas que utilizan las redes sociales les interesa solo lo que ven, no el mensaje. Puede que haya mensajes ricos en conocimiento, en espiritualidad o información, pero si no es vistoso, si no tiene “algo” de morbo o “chambre”, lo dejamos pasar. Hablamos que realmente para mantenerte “relevante” debes hacer o dejar de hacer ciertas cosas con las que tal vez no estas del todo cómodo. Nos podíamos o volver payasos o volvernos silentes. Y llegamos a la conclusión ambos que no estábamos dispuestos a ser ni el uno ni el otro. Que no nos acomodaríamos a lo que se pidiese de nosotros. Sabemos lo que perseguimos y no estamos dispuestos a traicionar nuestra esencia para mantenernos relevantes.


Cambiar o evolucionar no significa traicionarte. No significa dejar de ser quien sos ni dejar de creer en tus convicciones. Adaptarte a este mundo tan cambiante es crecer en tolerancia, en humildad, en la sabiduría del corazón, sin traicionar jamás tu esencia ni tus creencias. Es buscar incorporar al mundo a una vida más en paz, más espiritual. No podemos seguir viviendo en la cultura del envase, como diría Galeano, “donde el contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo, y la misa más que Dios. La cultura del envase desprecia los contenidos”. Le agregaría nada más “los perfiles digitales, más que la intención”.


Y para las nuevas generaciones, si no les gusta como lo explica Galeano o El Viernes de Nicole, Bad Bunny dice: “¿Cuándo aprenderán que las redes sociales no son la vida real, que no lo son todo y que tampoco reflejan la realidad de una persona?”


He terminado con mi novena y estoy segura que seguiré publicado y compartiendo oraciones para todo aquel que las necesite. Soy mariana y jamás me voy a avergonzar de eso. Ni voy a acomodar mis creencias para poder así conseguir más vistas o seguidores. ¡Salgámonos de esa cultura del envase ya!


Les cuento que de mis intenciones, que iniciaron hace 10 días, las he visto en su mayoría cumplirse, y solo puedo decir: ¡Dios te salve Reina y Madre!


¡Feliz Viernes! 😊


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