A través de los años siempre les he contado cuánto extraño a mis abuelos y lo mágicos que fueron en mi vida. Creo que ese amor jamás desaparece ni tampoco se olvida. Ellos dejaron huellas tatuadas en mi alma y en mi memoria por siempre. Y es que para decir la verdad, tuve unos abuelos maravilloso. No solo eran consentidores, pero eran mis cómplices, siempre reíamos a carcajadas de cualquier cosa.
Desde que estoy embarazada, mis abuelos han estado más presentes que nunca en mi memoria. Daría lo que fuera por ver su expresión de alegría. La Tita regañandome por no parar de moverme o levantar cosas. Mi Tito diciéndome “Chole vamos por un cono de guanábana”. Me imagino a mi Tita dándome sopa de lentejas para las neuronas de Julián y dándome miles de consejos.
Sin embargo, tal vez en lo que más pienso es al momento de nacer Julián. Para mi nacimiento, el de mis hermanos y primos, la famosa Tita siempre fue la directora de orquesta. Ella sabía qué hacer con el tema del ombligo, las bañadas, como quitarnos los cólicos. Sabía qué té nos podía dar para quitar alguna dolencia, sin nunca preguntarle al pediatra. Sabía la fecha exacta de las vacunas y cuando debíamos empezar a gatear y caminar. Si por ella hubiera sido, nos hubiera dado sopa de lentejas y garbanzos a los 3 meses. A todos nos recetaba “Emulsión de Scott” para que no nos diera nunca gripe y siempre estuviéramos cachetones.
No hay cita a la que asista de control con mi doctora en la que no oigo a mi Tita salirle con un refrán de esos tan de ella. Y al momento que la doctora se aterrorizara por lo grande que está Julián o mi peso, me imagino su adoctrinamiento, las caras que le haría y convencería a la doctora de todas sus hipótesis y teorías que un bebé debe nacer grande y fuerte .
Estando mi Tita con vida, sé con toda la certeza del mundo, que antes de nacer Julián hubiese trasladado su vivienda para Guatemala, para preparar todo como se debe para su nacimiento. Así como me hacía leer la Biblia en voz alta, para enseñarme a leer bien, así me la imagino dándome paso por paso cada una de las instrucciones que debería seguir para cuidar bien a Julián.
Y la verdad, desde que lo pienso, en mi familia nunca había nacido un bebé sin que ella estuviera.
Aunque uno quisiera matar a la Tita por invasiva, sabía que ella sacaría adelante a cualquier bebé y a su mamá. Hoy por hoy, vivo en un poco de aflicción porque mi Tita les dio a mi mamá y a mi tía unas “aguas”para que todo desinflamara. Les daba una dieta estricta y las fajaba desde el día que salían del hospital. No solo el bebé estaba bien, pero las mamás volvían a su estado normal en tres cachimbasos.
Y aunque no esté ya aquí físicamente, más de alguna de sus cantaletas me quedó grabada. Sé que estará aquí en espíritu dirigiéndome para las primeras bañadas y las sacadas de gases de Julián.
Al recordar a mis Titos, sus frases y ocurrencias no puedo dejar de pensar en lo bendecido que es Julián de tener a sus 4 abuelos con vida. Sé que serán igual de mágicos que los míos y le enseñarán cosas que Christian y yo no sabemos. Julián podrá gozarlos al máximo y sé que, así como a mi, le imprimirán huellas imperecederas. El amor de los abuelos no se compara con nada en el mundo. Y aunque los abuelos de Julián, los cuatro son mucho más modernos que la Tita, el amor y los cuidados florecerán en cuanto lo vean. Como madre trataré de imprimirle a mi bebé esa imagen de lo mágicos que son los abuelos, que con ellos todo es posible y mejor; pero sé que no hará falta porque ellos se encargarán de eso.
Como les digo, no hay día de Dios que no piense en mis abuelos, que no los extrañe y piense en cuanto quisiera que estuvieran aquí para ver a Julián y ayudarme en todo. Si tienen a sus abuelos con ustedes, abrácenlos, aprécienlos y cuídenlos. No hay nada más mágico en el mundo que los abuelos; y con ellos cerca, no hay nada imposible para un niño.
¡Feliz Viernes! 😊
Lindo escrito muñeca, la magia de los recuerdos hace traer a nuestros seres queridos y disfrutarles. Muy especial escrito!